lunes, 22 de septiembre de 2008

Midway (3) La triste victoria

Cierro al menos por el momento esta trilogía dedicada a la batalla aeronaval por excelencia de la 2ª GM con una breve reseña del libro "A Glorious Page in Our History" - The Battle of Midway 4-6 June 1942.


Se trata de un esfuerzo cooperativo de una serie de autores (Robert J. Cressman, Steve Ewing, Barrett Tillman, Mark Horan, Clark Reynolds y Stan Cohen), que fue publicado por primera vez en 1990. La copia que obra en mi poder es la sexta edición, que data de 2008.

El aspecto exterior (tapa blanda, tamaño holandesa, la ilustración de la portada) y la abundancia de fotos en el interior puede hacer pensar al lector que se trata de otro libro pictográfico más, de carácter eminentemente divulgativo, pero lo cierto es que dentro hay bastante más sustancia de la que uno puede pensar.

El libro se abre con una historia del atolón de Midway como debe ser: desde el principio, cuando allá por 1859 fue reclamado por un marino de los jóvenes Estados Unidos de América. Debo reconocer que desconocía estos hechos, así como el motivo por el que Midway pasó a considerarse importante para los intereses del país norteamericano: ser una estación de tránsito del cable subterráneo que comenzó a unir Estados Unidos y Asia a caballo entre el siglo XIX y el XX.

Posteriormente Midway se convirtió en la puerta de entrada a las Hawaii desde el Oeste, y acabó adquiriendo la importancia que tanto norteamericanos como japoneses le atribuyeron en los albores de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico.



La narración continúa con los avatares de la pequeña guarnición en los primeros meses del conflicto: incursiones de destructores y submarinos japoneses, escaramuzas aéreas con hidros de reconocimiento nipones, llegada de nuevas tropas y aviones a las islas, etc. Todo ello con nombres, apellidos y fotografías. Porque gran parte de la información contenida en este libro se ha obtenido de familiares, amigos y, en algunos casos, de los propios participantes en la batalla.

Posteriormente se describe el "acelerón" de operaciones en el Pacífico, Sur y Central, la rotura del código japonés y la febril actividad de Nimitz y sus subordinados para convertir Midway y sus alrededores en una fortaleza-trampa donde infligir a los nipones una derrota decisiva.

La batalla está narrada con gran detalle (siempre desde el punto de vista norteamericano), y, por ejemplo, se da la organización detallada, hombre a hombre y avión a avión, de cada una de las oleadas de ataque estadounidenses que se enfrentaron a la Kido Butai el 4 de junio de 1942. También se relaciona el destino de cada una de las tripulaciones caídas en combate, y se glosan los particulares sobre el rescate de buena parte de los supervivientes.

El detalle sobre el destino de los vencedores, que tuvieron, como es sabido, gran cantidad de bajas, le deja a uno un cierto regustillo de tristeza. Debe de ser cierta esa frase del Duque de Wellington que decía que "nada, excepto una batalla perdida, resulta ni la mitad de melancólico que una batalla ganada".

El libro prosigue describiendo qué pasó con Midway después de la batalla: el atolón se convirtió en base avanzada de submarinos y se abrieron otras tres pistas de aterrizaje (en la isla Sand) para aviones pesados. Midway siguió siendo punto de tránsito y base aeronaval importante en las crisis de Corea y Vietnam, pero fue perdiendo importancia desde los años 70.

Finalmente hay una serie de apéndices de los que unos dan detalles sobre los personajes, aviones, y portaviones destacados de ambos bandos (con mayor hincapié en el bando estadounidense); otro presenta cuestiones abiertas en su momento (de las que algunas han sido aclaradas en el libro "Shattered Sword"). Por último, se incluye, a modo de homenaje, un corto apéndice dedicado a un "héroe olvidado" de la Batalla de Midway: el controvertido capitán de fragata Miles Browning, jefe de estado mayor del almirante Halsey, y que, ante la ausencia de su jefe por enfermedad, sirvió a las órdenes de Spruance durante el importante encuentro.

El libro está a medio camino entre las obras clásicas de Sprange, Lord y Fuchida, y el desmitificador "Shattered Sword". Se nota que está publicado después del simposio sobre la batalla de Midway que tuvo lugar en 1988, y al que acudieron personalidades destacadas japonesas, como el "as" Fujita. Ese encuentro mostró a los estadounidenses que Fuchida estaba bastante desacreditado en el país del Sol Naciente, y que hacía falta integrar en la historiografía de la célebre batalla nuevas fuentes niponas aún sin traducir al inglés.

En definitiva, y antes de irme a dormir, dejadme que os diga que , a pesar de su relativa antigüedad, recomiendo este libro a quienes busquéis información detallada sobre las fuerzas norteamericanas en Midway, en especial sobre los aviadores de ese bando.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Midway (2) Una página poco gloriosa

Siguiendo con el asunto Midway, otro de los libros que han caído estas vacaciones ha sido el "The Unknown Battle of Midway. The Destruction of the American Torpedo Squadrons", de Alvin Kernan.

Kernan es otro miembro de la Mesa Redonda de la Batalla de Midway, por lo que, como os podéis figurar, el libro reseñado comparte las tesis revisadas expuestas en el "Shattered Sword" de Pashall y Tully.

Sin embargo, la obra que nos ocupa se centra de nuevo en el bando norteamericano, y en concreto en la perra suerte que corrieron los escuadrones de torpederos con base tanto en los portaviones como en la isla de Midway, masacrados por los Zero de las patrullas aéreas de combate japonesas.

El análisis de Kernan apunta varios culpables. El principal es el propio torpedo que usaban los estadounidenses: un arma fabricada en pequeña escala, de manera artesanal, y cuyos índices de fiabilidad eran completamente impresentables. Tanto es así, que para el lanzamiento se recomendaba que el avión portador del torpedo volase a una velocidad tan lenta y a una altitud tan baja, que la maniobra de ataque era poco menos que un suicidio. Los aviones torpederos americanos tardaban una eternidad en aproximarse a la distancia óptima de lanzamiento, y durante ese largo tiempo solían tener encima a los cazas enemigos, disparándoles poco menos que a placer.


Si a ello se sumaba el hecho de que el Douglas TBD-1 Devastator era un aparato de por sí lento, que volaba como una gallina alicorta cuando iba cargado con su torpedo, y que no disponía de blindaje o sistemas autoobturantes para el combustible, resulta incluso extraño que hubiese aparatos del VT-6 y el VT-3 que lograsen hacer el viaje de vuelta a su portaviones...

Claro, que los torpedos eran una maldición de tal envergadura que hasta aviones robustos y rápidos como los cuatro B-26B y los seis flamantes Grumman TBF-1 Avenger, sufrieron bajas inaceptables al intentar alcanzar a los portaviones de Nagumo... La célebre imagen del único Avenger que logró regresar a Midway, agujereado de quilla a perilla, con las superficies de control deshechas, el artillero muerto, el navegante inconsciente y el piloto herido, habla por sí sola:


Como es sabido, sólo el veterano grupo aéreo del portaviones Yorktown logró atacar más o menos "en bloque" a los portaviones de Nagumo. Los TBD-1 del VT-3, escoltados por seis Grumman F4F-4 Wildcat del VF-3, intentaron torpedear el portaviones japonés Hiryu con idéntico funesto resultado que los anteriores escuadrones: ningún impacto y unas bajas terroríficas, mientras los cazas de Jimmy Thach luchaban por sobrevivir contra un enjambre de Zeros (*). Pero los Douglas SBD-2 y SBD-3 Dauntless del VB-3 alcanzaron la gloria al demoler al Soryu con cuatro impactos de bomba.


Sin embargo, los otros dos portaviones no lograron apoyar a sus escuadrones torpederos: el grupo aéreo del Hornet fracasó a la hora de localizar la escuadra nipona (de hecho, el VT-8 fue el único de sus escuadrones que llegó hasta los portaviones japoneses - y fue aniquilado). El Enterprise envió sus aviones por separado: el VT-6 tuvo bajas catastróficas, los SBD de los VS-6 Y VB-6 terminaron sentenciando al Kaga y el Akagi, pero el destacamento del VF-6 de Jim Gray aparentemente se pasó dando vueltas a 6.000 m de altitud sobre la escuadra nipona, durante UNA HORA , y sin dar apoyo a nadie.

Kernan aborda al final de su libro estas dos delicadas cuestiones:
  • ¿Se perdió realmente el jefe del grupo aéreo del Hornet, Stanhope Ring? ¿Fue su inexperiencia la que le hizo equivocarse al planificar el rumbo a seguir? Se sabe que, ya en el aire, discutió sobre el plan de vuelo con el jefe del escuadrón de torpederos, John Waldron, y éste unilateralmente decidió separarse de la formación y tomar el rumbo que le llevaría a los japoneses (y a la muerte). Pero Ring no dio su brazo a torcer (para ello era el capo) , y acabó perdiéndose en el mar, y haciendo que su grupo tuviese que realizar amerizajes forzosos o regresar a Midway. Pues bien, la reconstrucción que Kernan ha hecho del frustrado viaje de Ring prueba que no siguió el rumbo que afirmó haber seguido tras la batalla. Los aviadores que fueron rescatados del agua estaban en una zona que no pudo haber sobrevolado Ring de haberlo hecho de acuerdo con sus afirmaciones. Ello, y la falta de informe oficial de Ring (sólo Marc Mitscher, a la sazón capitán del Hornet, escribió un informe post-combate), arroja sombras de duda sobre las intenciones del jefe del Grupo Aéreo 8.
  • ¿Qué hizo realmente Jim Gray con su decena de cazas del Enterprise? Tras la batalla afirmó haber sobrevolado la escuadra japonesa durante una hora (suyo fue el primer informe de avistamiento formal que recibieron Fletcher y Spruance desde primera hora de la mañana), y haber puesto proa a su portaviones al no encontrar al resto de su grupo aéreo. Sin embargo, hace unos años, un anciano Gray contradijo estas afirmaciones al declarar que estaba bajo de combustible cuando llegó hasta la Kido Butai y presenció desde las alturas el ataque suicida del VT-8 de John Waldron. No tenía suficiente carburante para ayudar a Waldron, y dio media vuelta sin enzarzarse en combate con los Zero. ¿Cuál de las dos versiones es la cierta? No cabe duda que 10 F4F-4 cayendo desde 6.000 metros con sus seis ametralladoras de calibre .50 tableteando habrían aliviado grandemente los apuros de los Devastator del Hornet. Pero ¿pudieron haberlo hecho? ¿Les faltó combustible, o les faltaron ganas?


En definitiva, un libro curioso. Merece la pena.

(*) A pesar de perder un Wildcat casi inmediatamente, los chicos de Thach no lo hicieron mal del todo: aplicando una nueva táctica ideada por el jefe de escuadrón, lograron abatir varios cazas japoneses, pero al precio de no poder auxiliar a sus aviones torpederos...

GLOSARIO:

VF: escuadrón de caza.
VB: escuadrón de bombardeo en picado.
VS: escuadrón de exploración.
VT: escuadrón de bombardeo torpedero.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Midway (1) ¿Increíble victoria?

Este verano me ha vuelto a dar por la inabarcable historia militar de la Segunda Guerra Mundial, y uno de los libros que me he llevado de viaje en mis vacaciones ha sido "Shattered Sword", de Jonathan Parshall y Anthony Tully, un libro al que le había echado el ojo hace algún tiempo.


Es una obra pionera en cuanto a que es fruto de numerosas colaboraciones on-line recibidas en la Mesa Redonda de la Batalla de Midway, una web regentada por Ronald W. Russell, que ha contado con aportaciones ¡incluso de participantes en la misma batalla!


Midway fue una de las primeras batallas que me estudié mas o menos a fondo. Las razones eran varias. Fue un encuentro aeronaval, y de siempre me han pirrado los aviones de guerra. Además, en los años del BUP tomé en la biblioteca del colegio un ejemplar de "Increíble Victoria" de Walter Lord, y me enganchó de tal manera que no paré hasta leerlo de cabo a rabo. Por último, fui a ver la película "La Batalla de Midway" (1976) de Jack Smight en cuanto la estrenaron en España, y salí adolescentemente impresionado del cine Palafox (ahhh ese sensurround...).


De Midway se han escrito decenas de libros. Casi todos ellos presentan el encuentro desde la perspectiva estadounidense, y utilizando como única fuente para el bando japonés el libro "Midway: la batalla que condenó a Japón" del piloto Mitsuo Fuchida (jefe del contingente aéreo que atacó Pearl Harbour el 7 de diciembre de 1941).


Aquí está el problema. Según Parshall y Tully, la obra de Fuchida, la única japonesa sobre esta importante batalla que había sido traducida al inglés hasta hace no muchos años, está escrita para, haciendo gala de un dramatismo muy cinematográfico, achacar la derrota a un terrible infortunio que se cebó en los guerreros del Sol Naciente a la vez que para encubrir los numerosos fallos y negligencias que cometieron buena parte de los mandos nipones que intervinieron en la planificación y el desarrollo de la operación.


"Shattered Sword" es un libro desmitificador, similar a los que sobre el Frente del Este lleva publicando desde hace años el coronel norteamericano David M. Glantz. En su elaboración se han empleado fuentes oficiales niponas, recientemente traducidas al inglés, y que contradicen varios aspectos del relato de Fuchida. En el libro, narrado desde la perspectiva japonesa (en concreto, centrado en la agrupación de Nagumo) se desmienten afirmaciones como las siguientes:
  • "En el momento del ataque clave de los bombarderos en picado estadounidenses (entre las 10:20 y las 10:25 del 4 de junio de 1942), a los portaviones japoneses les quedaban sólo unos minutos para lanzar un contraataque decisivo contra los portaviones norteamericanos" (falso; no había aún ni un solo bombardero en picado ni avión torpedero listo en las cubiertas japonesas, y el ataque habría tardado aún muchos minutos en lanzarse).
  • "La Operación de las Aleutianas era una elaborada finta destinada a alejar a la escuadra americana de Pearl Harbor" (falso; lo que se pretendía al realizar simultáneamente las operaciones MI y AL era aprovechar que la escuadra americana estaba supuestamente en el Mar del Coral - otro engaño estadounidense).
  • "Durante la travesía hacia Midway, el almirante Yamamoto no comunicó a Nagumo (jefe de la Fuerza de Ataque de Portaviones) informes de inteligencia que habrían podido cambiar el curso de la batalla" (falso; Nagumo recibía dichos informes directamente de la Unidad de Comunicaciones de Tokio, igual que Yamamoto. Lo que no aclara por qué no actuó Nagumo en consecuencia).
  • "Si los japoneses hubiesen implementado un plan de búsqueda en dos fases en la mañana del 4 de junio de 1942, habrían localizado a los norteamericanos a tiempo para ganar la batalla (quizás; pero la doctrina japonesa no contempló esa modalidad de búsqueda hasta más avanzada la guerra, por lo que esta crítica de Fuchida es cuando menos cuestionable).
  • "El retraso en el lanzamiento del avión Nº 4 del crucero Tone hizo fracasar los intentos de Nagumo de ganar la batalla" (falso; si acaso, este retraso hizo posible detectar a los americanos antes de lo previsto, debido a lo defectuoso del plan de búsqueda).
  • "Si Nagumo no hubiese decidido rearmar su segunda oleada para atacar objetivos terrestres, habría estado a tiempo de atacar a los norteamericanos en cuanto éstos hubiesen sido detectados" (falso; los aviones de reserva no estaban en cubierta cuando los americanos fueron detectados. Las posibilidades de alistar esta segunda oleada y lanzarla antes de que la primera tuviese que aterrizar eran, cuando menos, escasas, debido a que los incesantes ataques aéreos estadounidenses ocurridos en ese lapso de tiempo sólo permitieron recoger, alistar y lanzar cazas de la patrulla aérea de combate).
  • "El sacrificio del escuadrón de torpederos VT-8 no fue en balde, pues atrajo a los cazas japoneses al nivel de las olas y de esa forma permitió que los bombarderos en picado atacasen impunemente" (falso; el VT-8 atacó UNA HORA antes del ataque en picado decisivo. Lo que sí lograron el VT-8, el VT-6 y los aviones de Midway fue impedir que los portaviones japoneses subieran a cubierta su segunda oleada y la lanzaran contra los buques americanos).
  • "La aviación naval embarcada japonesa resultó diezmada en la Batalla de Midway" (falso; las bajas de tripulaciones aéreas japonesas fueron de menos del 25% de los presentes aquel día. Lo que diezmó de veras a este colectivo fue la terrible campaña de desgaste que iba a comenzar en unos meses en las Islas Salomón).
Además de estas perlas, el libro está cuajado de detalles menos conocidos de la batalla, de sus prolegómenos y de su desenlace. Y mapas. Croquis de cada ataque sobre la Kido Butai (Fuerza de Ataque de Portaviones), con detalles sobre cada impacto de bomba y cada avión derribado. Y apéndices sobre la aviación naval embarcada japonesa: sus portaviones, sus aviones y el registro detallado de las actividades desarrolladas el día crucial, con las victorias obtenidas y las bajas sufridas. Con nombres y apellidos. Una joya para los amantes de la historia militar y el wargame.


Resumiendo, la idea que uno saca al leer esta obra es que, habiendo descubierto las intenciones japonesas, el almirante Nimitz hizo todo cuanto estuvo en su mano para golpear a los nipones con todos los medios a su alcance: haciendo que sus portaviones disponibles fuesen "descubiertos" por los japoneses en el Mar del Coral a fines de mayo (antes de llevarlos a toda máquina a las Hawaii), reparando urgentemente en Pearl Harbor el maltrecho portaviones Yorktown, enviando a Midway todos los aviones disponibles capaces de atacar buques de guerra con bombas y/o torpedos, fortificando la isla, reforzando la guarnición, etc. Por su parte, el mando japonés en general, y el almirante Yamamoto en particular, se obstinaron en hacer prácticamente lo contrario:
  • No se intentó parchear el portaviones Shokaku, dañado en mayo en el Mar del Coral, ni se amalgamó su grupo aéreo con el del Zuikaku para que al menos éste pudiese intervenir en la operación MI.
  • No se reemplazaron las pérdidas habidas hasta la fecha en los grupos aéreos de las Divisiones de Portaviones 1 (Akagi y Kaga) y 2 (Hiryu y Soryu). Los cuatro portaviones marcharon hacia Midway con sus contingentes de aviación al 80-90% de efectivos. Este hecho, junto con el anterior, hizo que, en contra de lo que suele afirmarse, los japoneses estuviesen en inferioridad numérica al menos en cuanto se refiere a la aviación (que era lo que realmente contaba).
  • Yamamoto concibió un plan excesivamente complejo, con una serie de agrupaciones navales maniobrando a gran distancia las unas de las otras. Por ello resultaron incapaces de apoyarse entre sí. Para colmo de males, el Estado Mayor de la Armada Imperial añadió a MI la operación AL (invasión de las Islas Aleutianas), lo que no hizo sino dispersar aún más los medios de ataque disponibles.
  • Aun en el caso de haber triunfado en el encuentro aeronaval, no está nada claro que los nipones hubiesen sido capaces de tomar Midway. Las fuerzas destinadas a la conquista (el célebre destacamento Ichiki) no eran en absoluto suficientes para la labor encomendada, y los japoneses seguramente habrían sufrido un sangriento revés como los que sufrirían unos meses más tarde en Guadalcanal.