miércoles, 10 de septiembre de 2008

Midway (1) ¿Increíble victoria?

Este verano me ha vuelto a dar por la inabarcable historia militar de la Segunda Guerra Mundial, y uno de los libros que me he llevado de viaje en mis vacaciones ha sido "Shattered Sword", de Jonathan Parshall y Anthony Tully, un libro al que le había echado el ojo hace algún tiempo.


Es una obra pionera en cuanto a que es fruto de numerosas colaboraciones on-line recibidas en la Mesa Redonda de la Batalla de Midway, una web regentada por Ronald W. Russell, que ha contado con aportaciones ¡incluso de participantes en la misma batalla!


Midway fue una de las primeras batallas que me estudié mas o menos a fondo. Las razones eran varias. Fue un encuentro aeronaval, y de siempre me han pirrado los aviones de guerra. Además, en los años del BUP tomé en la biblioteca del colegio un ejemplar de "Increíble Victoria" de Walter Lord, y me enganchó de tal manera que no paré hasta leerlo de cabo a rabo. Por último, fui a ver la película "La Batalla de Midway" (1976) de Jack Smight en cuanto la estrenaron en España, y salí adolescentemente impresionado del cine Palafox (ahhh ese sensurround...).


De Midway se han escrito decenas de libros. Casi todos ellos presentan el encuentro desde la perspectiva estadounidense, y utilizando como única fuente para el bando japonés el libro "Midway: la batalla que condenó a Japón" del piloto Mitsuo Fuchida (jefe del contingente aéreo que atacó Pearl Harbour el 7 de diciembre de 1941).


Aquí está el problema. Según Parshall y Tully, la obra de Fuchida, la única japonesa sobre esta importante batalla que había sido traducida al inglés hasta hace no muchos años, está escrita para, haciendo gala de un dramatismo muy cinematográfico, achacar la derrota a un terrible infortunio que se cebó en los guerreros del Sol Naciente a la vez que para encubrir los numerosos fallos y negligencias que cometieron buena parte de los mandos nipones que intervinieron en la planificación y el desarrollo de la operación.


"Shattered Sword" es un libro desmitificador, similar a los que sobre el Frente del Este lleva publicando desde hace años el coronel norteamericano David M. Glantz. En su elaboración se han empleado fuentes oficiales niponas, recientemente traducidas al inglés, y que contradicen varios aspectos del relato de Fuchida. En el libro, narrado desde la perspectiva japonesa (en concreto, centrado en la agrupación de Nagumo) se desmienten afirmaciones como las siguientes:
  • "En el momento del ataque clave de los bombarderos en picado estadounidenses (entre las 10:20 y las 10:25 del 4 de junio de 1942), a los portaviones japoneses les quedaban sólo unos minutos para lanzar un contraataque decisivo contra los portaviones norteamericanos" (falso; no había aún ni un solo bombardero en picado ni avión torpedero listo en las cubiertas japonesas, y el ataque habría tardado aún muchos minutos en lanzarse).
  • "La Operación de las Aleutianas era una elaborada finta destinada a alejar a la escuadra americana de Pearl Harbor" (falso; lo que se pretendía al realizar simultáneamente las operaciones MI y AL era aprovechar que la escuadra americana estaba supuestamente en el Mar del Coral - otro engaño estadounidense).
  • "Durante la travesía hacia Midway, el almirante Yamamoto no comunicó a Nagumo (jefe de la Fuerza de Ataque de Portaviones) informes de inteligencia que habrían podido cambiar el curso de la batalla" (falso; Nagumo recibía dichos informes directamente de la Unidad de Comunicaciones de Tokio, igual que Yamamoto. Lo que no aclara por qué no actuó Nagumo en consecuencia).
  • "Si los japoneses hubiesen implementado un plan de búsqueda en dos fases en la mañana del 4 de junio de 1942, habrían localizado a los norteamericanos a tiempo para ganar la batalla (quizás; pero la doctrina japonesa no contempló esa modalidad de búsqueda hasta más avanzada la guerra, por lo que esta crítica de Fuchida es cuando menos cuestionable).
  • "El retraso en el lanzamiento del avión Nº 4 del crucero Tone hizo fracasar los intentos de Nagumo de ganar la batalla" (falso; si acaso, este retraso hizo posible detectar a los americanos antes de lo previsto, debido a lo defectuoso del plan de búsqueda).
  • "Si Nagumo no hubiese decidido rearmar su segunda oleada para atacar objetivos terrestres, habría estado a tiempo de atacar a los norteamericanos en cuanto éstos hubiesen sido detectados" (falso; los aviones de reserva no estaban en cubierta cuando los americanos fueron detectados. Las posibilidades de alistar esta segunda oleada y lanzarla antes de que la primera tuviese que aterrizar eran, cuando menos, escasas, debido a que los incesantes ataques aéreos estadounidenses ocurridos en ese lapso de tiempo sólo permitieron recoger, alistar y lanzar cazas de la patrulla aérea de combate).
  • "El sacrificio del escuadrón de torpederos VT-8 no fue en balde, pues atrajo a los cazas japoneses al nivel de las olas y de esa forma permitió que los bombarderos en picado atacasen impunemente" (falso; el VT-8 atacó UNA HORA antes del ataque en picado decisivo. Lo que sí lograron el VT-8, el VT-6 y los aviones de Midway fue impedir que los portaviones japoneses subieran a cubierta su segunda oleada y la lanzaran contra los buques americanos).
  • "La aviación naval embarcada japonesa resultó diezmada en la Batalla de Midway" (falso; las bajas de tripulaciones aéreas japonesas fueron de menos del 25% de los presentes aquel día. Lo que diezmó de veras a este colectivo fue la terrible campaña de desgaste que iba a comenzar en unos meses en las Islas Salomón).
Además de estas perlas, el libro está cuajado de detalles menos conocidos de la batalla, de sus prolegómenos y de su desenlace. Y mapas. Croquis de cada ataque sobre la Kido Butai (Fuerza de Ataque de Portaviones), con detalles sobre cada impacto de bomba y cada avión derribado. Y apéndices sobre la aviación naval embarcada japonesa: sus portaviones, sus aviones y el registro detallado de las actividades desarrolladas el día crucial, con las victorias obtenidas y las bajas sufridas. Con nombres y apellidos. Una joya para los amantes de la historia militar y el wargame.


Resumiendo, la idea que uno saca al leer esta obra es que, habiendo descubierto las intenciones japonesas, el almirante Nimitz hizo todo cuanto estuvo en su mano para golpear a los nipones con todos los medios a su alcance: haciendo que sus portaviones disponibles fuesen "descubiertos" por los japoneses en el Mar del Coral a fines de mayo (antes de llevarlos a toda máquina a las Hawaii), reparando urgentemente en Pearl Harbor el maltrecho portaviones Yorktown, enviando a Midway todos los aviones disponibles capaces de atacar buques de guerra con bombas y/o torpedos, fortificando la isla, reforzando la guarnición, etc. Por su parte, el mando japonés en general, y el almirante Yamamoto en particular, se obstinaron en hacer prácticamente lo contrario:
  • No se intentó parchear el portaviones Shokaku, dañado en mayo en el Mar del Coral, ni se amalgamó su grupo aéreo con el del Zuikaku para que al menos éste pudiese intervenir en la operación MI.
  • No se reemplazaron las pérdidas habidas hasta la fecha en los grupos aéreos de las Divisiones de Portaviones 1 (Akagi y Kaga) y 2 (Hiryu y Soryu). Los cuatro portaviones marcharon hacia Midway con sus contingentes de aviación al 80-90% de efectivos. Este hecho, junto con el anterior, hizo que, en contra de lo que suele afirmarse, los japoneses estuviesen en inferioridad numérica al menos en cuanto se refiere a la aviación (que era lo que realmente contaba).
  • Yamamoto concibió un plan excesivamente complejo, con una serie de agrupaciones navales maniobrando a gran distancia las unas de las otras. Por ello resultaron incapaces de apoyarse entre sí. Para colmo de males, el Estado Mayor de la Armada Imperial añadió a MI la operación AL (invasión de las Islas Aleutianas), lo que no hizo sino dispersar aún más los medios de ataque disponibles.
  • Aun en el caso de haber triunfado en el encuentro aeronaval, no está nada claro que los nipones hubiesen sido capaces de tomar Midway. Las fuerzas destinadas a la conquista (el célebre destacamento Ichiki) no eran en absoluto suficientes para la labor encomendada, y los japoneses seguramente habrían sufrido un sangriento revés como los que sufrirían unos meses más tarde en Guadalcanal.

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